El espíritu del Jugger.
Muchas veces es difícil explicar algo explicito y tangible. Pero esa dificultad se multiplica cuando queremos explicar algo implícito, algo abstracto, la idea en la que se basa y da forma a eso tangible. Así me pasa a mi cuando hablo de la esencia del Jugger. Solemos describir el Jugger como un deporte para divertirse, para conocer, para aprender y para respetar. Pero no podemos hablar de cada uno de ellos por separado porque todos ellos conforman la misma idea, que es este deporte.
En Jugger, cada jugador tiene una función. Un defensor no puede ganar el partido por bueno que sea, pues no puede anotar puntos. Ni un corredor puede enfrentarse a un equipo contrario con armas; por rápido, ágil y fuerte que sea. Y más aún, puedes reunir al mejor de los equipos que si no tiene contra quien jugar se aburrirá; ni ganará, ni perderá. Estás dos certezas se inculcan en los jugadores de Rugby desde los primeros momentos: Tienes que agradecer a tus compañeros el que jueguen a tu lado y te apoyen, de la misma forma que tienes que agradecer a tus contrincantes que se enfrenten a ti con valor, determinación y respeto. Y creo que lo mismo debería ocurrir en Jugger.
Cuando enseñamos el deporte explicamos como hay que correr, fintar, derribar, golpear, detener y lanzar... pero también enseñamos el carácter que debe presentar un jugador. El Jugger es un deporte de los selectos, no tanto en lo físico como en lo espiritual y moral. Esto se refleja en la educación de cada jugador y cada equipo. Esta más allá de las victorias y las derrotas, por numerosas que sean. Esta educación hace referencia a la capacidad del jugador de darlo todo sin esperar nada a cambio, en la entrega total a una causa como consecuencia de un compromiso adquirido previamente. Este compromiso es absolutamente moral y tiene muchísima más fuerza que cualquier contrato legal. Así, aprendemos a defender a nuestro compañero ante la presión del contrario y a sacrificarnos por el equipo. Pero también aprendemos a respetar al adversario que nos brinda la oportunidad de jugar un partido. Y entendemos que el rival se puede equivocar, lo mismo que lo podemos hacer nosotros o nuestros compañeros o los árbitros... lo aceptamos pues sabemos que todos los que estamos ahí, y nos implicamos de forma voluntaria porque queremos disfrutar del juego.
Las características propias del juego lo convierten en una herramienta estupenda para desarrollarse: combinando fuerza, velocidad, habilidad, coraje, inteligencia, capacidad individual y sentido de equipo. Todo se conjuga en un deporte formidable. Pero esto solo ocurre si se lleva a la practica por amor al juego, sin pedir a cambio otra cosa que no sea el mero placer de jugar.
Asique yo de todo esto extraigo que: El Jugger es para educar, relacionarse y divertirse. Que juegas a tope para ganar, pero manteniendo siempre el respeto por los contrarios. Respeto en forma de nuestra actuación con respecto a ellos siendo honestos, leales y entregados; pero también respetando sus opiniones y errores. Que tienes que jugar apoyándote en tus compañeros, que si alguien gana es el equipo. Y que el único beneficio que obtiene cada uno en el fondo, es haber disfrutado de un buen partido.
En lo personal, he jugado partidos que he ganado y he perdido. El resultado me da igual. Yo me quedo con que fueron partidos espectaculares, que ambos equipos nos entregamos al maximo, y que disfrute un monton. Y lo mejor de todo es cuando al final, esos equipos vienen, te felicitan por tu juego, te agradecen haber compartido ese momento, quieren repetirlo en cualquier ocasión y están deseando poder tomarse una cerveza contigo.
Eso, para mi, es el Jugger.
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