El jugger nació inspirado en el juego post apocalíptico de la película australiana La sangre de los héroes. Sus fanáticos alemanes desarrollaron el deporte en los años noventa y crearon sus propias reglas.
Sebastián deja a su hermano encargado del taller y se suma al “mata mata” con su cadena. “El cadenero es un poco especial ya que mata por ocho piedras en vez de cinco. Cada jugador tiene que ver con qué arma se siente más cómodo, y muchas veces depende de cómo te sentís un día en particular o del rival con el que vas a competir”.
Una de las cosas que tanto Sebastián como el resto de los chicos resalta es que durante los partidos la honestidad es fundamental. El espíritu el jugger requiere que la persona reconozca cuando tiene un error y se agache para contar las piedras que le corresponden, el respeto al otro para no extralimitarse y pedir perdón cuando se comente un error. También se insiste mucho en la seguridad. Las armas están hechas de un material rígido como el bambú, pero están recubiertas con un material acolchado aislante y cinta de tela o cuerina.
“No hace falta tener demasiada fuerza porque apenas tocándote ya te matan”, dice Naiquen, que hace dos meses se incorporó a las jornadas de los sábados. “Lo que más se necesita es velocidad, aire y reflejos. También es importante la templanza, saber reaccionar correctamente cuando vienen a atacarte. Cada arma tiene cierto uso mas o menos predeterminado, por lo que se necesita hacer un análisis”.
Naiquen juega en la posición de corredor, lo que le permite probarse en velocidad. Paralelamente practica artes marciales, pero lo que más le llamó la atención de este deporte fueron las cuestiones éticas que se promovían. “Me encontré con un buen ambiente, son todos muy amistosos y rápidamente te sentís amigo”.
Una de las chicas llega entonces con una torta y se pone a repartir porciones. Todos hacen un descanso, pronto comenzarán los partidos y hay que armar los equipos. Sebastián hará de árbitro junto con otros chicos más experimentados, ya que muchos recién empiezan a jugar y no incorporaron totalmente las reglas. Naiquen esta vez se ocupa de los intervalos haciendo sonar un pequeño platillo.
Todavía no tienen camisetas pero sí un gran espíritu de juego. Recién están empezando y son precursores, ya que en la Argentina apenas hay registro de la práctica del jugger. Sebastián recuerda haber visto un video de gente jugándolo en Resistencia, Chaco, y en Bariloche, pero desconoce si alguno de esos grupos está activo.
La popularidad del jugger no es mucha pero está creciendo, hay núcleos de jugadores en Irlanda, Australia, Alemania, Costa Rica y Estados Unidos, entre otros. Aquí se espera poder armar equipos más profesionalmente, realizar un reglamento a nivel local o nacional, y comenzar a competir en ligas.
Mientras tanto, todos los sábados, los chicos siguen compartiendo su tiempo entre mates y el jugger, un deporte poco convencional que ha logrado unirlos.
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