Periodicos: Postales desde Las Llamas

Pasaban por allí y han sacado las sillas de playa. Azules y blancas, como buenos marineros. Se sientan para pasar la tarde. Son la abuela Carmen y sus dos nietos, Bruno y Luis. Una estampa muy veraniega y algo peculiar. Y es que no están sobre la arena, sino sobre hierba. Se han parado frente a unos tipos con una especie de 'lanzas' que juegan a algo que llama la atención. A su espalda, patinadores y corredores. Y, además, críos que saltan en los columpios, parejas que alimentan a los patos, ciclistas... Es una de las imágenes que se puede observar cada tarde en el Parque de Las Llamas, en Santander, uno de esos lugares donde matar el tiempo en verano. Cada uno, a su manera.

Cerca de 'Escenario Santander', Carmen, Bruno y Luis miran a un grupo que se 'pelea' con 'armas'. Bruno los imita con el bastón de su abuela. «Hacen así, 'zis-zas'». «Casi lo estamos aprendiendo», dice la abuela, que discute con el otro crío las reglas del 'jugger'. Es un deporte de combate que «se parece al rugby, pero con armas», según los jugadores. Quedan todos los miércoles aquí para practicar. Miden y montan el campo. «Edu, está muy curvo!». Ponen los conos y las dos pequeñas 'porterías', que, en realidad, son dos agujeros.Suena la bocina y en «3, 2, 1» comienza el juego. Armados con largos bastones acolchados y cadenas de plástico, salen corriendo. «¡Cuidado!», «¡atrás!»... Es la recreación de una lucha que tiene como objetivo puntuar. «Hay que meter en la portería contraria la pelota que, por reglamento, simula un cráneo de perro». La idea fue sacada de la película 'La sangre de los héroes', pero las reglas del juego limitan la agresividad. Con solo tocar al contrincante «lo eliminas durante algunos segundos», que se cuentan por bocinazos. Más allá de sus habilidades, llaman, y mucho, la atención.

Pero no es el único deporte que se practica en 'El Retiro' santanderino. Son muchos los que se acercan para hacer ejercicio de una manera más convencional. Sobre ruedas o a pie. Patines y patinetes de todos los colores y formas. Belén y Jose practican por primera vez juntos en el parque. No son los únicos. Sara, también sobre ruedas, descansa en uno de los bancos. «De vez en cuando paro un rato, descanso y bebo un poco de agua».Solos o en familia. Manuel, con sus hijos, suele acercarse a pasear al terminar su jornada. «Damos toda la vuelta y, cuando llegamos a la bandera, le pedimos a papá una 'chuche' o un helado», dice Manuel (hijo). Mientras, Diego, su hermano, se balancea en el columpio. Hay un pequeño rocódromo, pero, sin duda, la 'atracción' estrella es la tirolina. Con la ayuda de su madre, Adrián se cuelga y llega al otro lado de la cuerda. «¡No te sueltes!».

En el estanque

De fondo, se escucha el «cuac cuac» de los patos en el estanque. Nadan junto a una pareja que pasea de la mano y tienen hasta nombre y una curiosa historia. Lucas y Nano (los patos) han crecido con Miriam, Mario Miguel y Melodía (tres hermanos). Criados en casa. Después de dos meses en las aguas de un balde han decidido dejarlos libres. «Hemos soltado a los dos patitos». Solo conocen la casa y comían «pienso, pan, lechuga y galletas». Ahora les toca nadar en Las Llamas junto a los demás. La nostalgia gana en la despedida. Los patos nadan hacia la esquina y los recogen. «Tienen frío». Pero «tienen que aprender a vivir ahí», les indica Estrella, su madre.Deporte, paseos, juegos... Queda la calma. Marina lee a la sombra. «Se está de maravilla, aquí no hace calor». Aprender en los libros o 'sobre el terreno'. Uno puede convertirse en experto en árboles con las fichas al pie de cada especie. Hasta que hay luz. Hasta que termina el día. Porque los hay que vienen a ver atardecer en Las Llamas.

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